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¿Debemos comer como nuestros ancestros?

La dieta «ancestral» o dieta paleo cada tanto vuelve a ponerse de moda, junto a la vieja premisa de la edad de oro (esa que dice «todo tiempo pasado fue mejor»). Pero, ¿en qué consiste exactamente esta forma de comer? ¿Deberíamos volver a ella para recuperar la salud?

¿Cómo era la vida «ancestral»?

El ser humano evolucionó en una naturaleza hostil, con la única preocupación de subsistir. Pasaba el día buscando alimentos y refugio del clima y depredadores. La vida era dura. Había que moverse permanentemente. La única luz era la natural o la del fuego. Para tener la panza llena había que invertir mucho tiempo y energía. La mortalidad materno-infantil superaba el 50%. Si se llegaba a la adultez, una infección o una fractura solían ser una sentencia de muerte.

Si adelantamos hasta hoy, vemos que el avance tecnológico permitió, en muchos aspectos, vidas más seguras y cómodas. Pensemos en la electricidad, agua corriente, vacunas, antibióticos, movilidad, comunicación, cirugías…

Pero nuestro organismo, adaptado a millones de años de vida en movimiento, con ciclos de luz natural, y a una alimentación variada y espaciada, se halla hoy en un entorno muy distinto: vida y trabajo sedentarios, alimentos disponibles continuamente, la mayoría de alta densidad energética y baja calidad nutricional, contaminación visual, sonora, del aire y del agua, y luz artificial las 24 horas.

Estos condiciones, que existen solo hace unas pocas décadas, explicarían lo que conocemos como la transición epidemiológica: la esperanza de vida se ha alargado muchísimo, y hoy, las enfermedades crónicas como la patología cardiovascular, diabetes y cáncer, son la principal causa de muerte y discapacidad. Estas condiciones no son una consecuencia de vivir más años, sino que son en gran medida debidas a las formas de vivir: lo que comemos, lo que nos movemos, cómo dormimos, el aire que respiramos, etc.

¿Debemos entonces “comer como nuestros ancestros” para recuperar la salud?

Definiendo el «éxito«

Desde el punto de vista de la evolución, un individuo es exitoso si logra reproducirse y así transmitir sus genes. Es decir, si una persona logra vivir lo suficiente como para reproducirse, habrá cumplido con su función biológica. Pero cualquiera de nosotros rechazaría esta noción de éxito. Podemos estar de acuerdo en que hoy, queremos vivir la mayor cantidad de años posibles, y con buena salud.  Siendo que nuestro objetivo es tener vidas longevas y sanas, tal vez no deberíamos preguntarnos qué comieron los humanos primigenios, ya que es evidente que se puede sobrevivir comiendo un gran abanico de alimentos… La pregunta clave es: ¿Cuál es la dieta que hace que el humano tenga una vida más larga y saludable?

Si una persona logra vivir lo suficiente como para reproducirse, habrá cumplido con su función biológica. Pero cualquiera de nosotros rechazaría esta noción de éxito. Podemos estar de acuerdo en que hoy, queremos vivir la mayor cantidad de años posibles, y con buena salud. 

¿Hay una «dieta ancestral»?

¿Qué comían exactamente las sociedades cazadoras-recolectoras? Bueno, es muy difícil estandarizar la dieta del humano pre-agrícola, o dieta paleo. No hay UNA «dieta ancestral». Los estudios muestran que una sociedad cazadora-recolectora comía lo que había disponible en el lugar y la estación del año, lo cual era muy variable: por ejemplo, en zonas tropicales se comían muchas frutas, y en zonas árticas, animales marinos. Justamente, esta capacidad omnívora del ser humano le permitió conquistar prácticamente todo el planeta.

Especular sobre qué se comía hace millones de años es interesante, pero en realidad es muy poco relevante para hacer recomendaciones hoy. Aquí es donde entra la ciencia moderna.

A través de varias líneas de investigación, que involucran estudios ecológicos, genéticos, ensayos clínicos y enormes estudios epidemiológicos con largos seguimientos de millones de personas de todos los continentes, podemos afirmar que una dieta basada en plantas es la forma de alimentarnos que más beneficia la salud humana. Es decir, la que consistentemente vemos asociada con vidas más largas y menos riesgo de enfermedades crónicas.

Una dieta basada en plantas es un concepto amplio, que deja lugar para la adaptación a cada región y cultura. Simplemente, quiere decir que la mayor parte de la dieta esté compuesta por verduras, frutas, granos enteros, legumbres, semillas y frutos secos, pudiendo incorporar cantidades limitadas de alimentos de origen animal. Una dieta de estas características será inherentemente rica en fibra, antioxidantes, y proteínas vegetales y baja en grasas saturadas, sodio y colesterol. Además, es perfectamente compatible con las nociones de dieta «ancestral» o «paleo», ya que la evidencia muestra que los humanos pre-agrícolas consumían granos y legumbres hace más de 700.000 años.

Cuando se piensa en cazadores-recolectores, se suele poner el foco en el «cazar»… aunque la ciencia moderna nos dice que deberíamos centrarnos en el «recolectar». Un error frecuente es pensar que una dieta «paleo» es casi carnívora, cuando la evidencia indica que es rica en fibra de alimentos vegetales.

Cuando se piensa en «cazadores-recolectores», se suele poner el foco en el «cazar»… aunque la ciencia moderna nos dice que deberíamos centrarnos en el «recolectar».

Para concluir…

Las discusiones sobre lo “ancestral”, y las peleas sobre si el humano hace 300.000 años comía más carne o más plantas, pueden tener interés desde el punto de vista antropológico, pero son irrelevantes para tomar decisiones en salud.

Para responder a la pregunta “qué debe comer el humano para tener una vida más larga y saludable” debemos mirar al cuerpo de evidencia científica más sólido, que nos arroja claramente la respuesta: una alimentación basada en plantas.


Ariel Kraselnik
Cardiólogo.
Director posgrado Nutrición Basada en Plantas – FCM UNR.
Presidente de la Sociedad Argentina de Medicina de Estilo de Vida (SAMEV).
Profesor adjunto de Fisiopatología e Investigador – Licenciatura en Nutrición – UCEL.
Líder Emergente -World Heart Federation.
Doctorando en Ciencias Biomédicas – FCM UNR.

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